AMÉN, ALELUYA…Por Pino Naranjo
- radiogaroecadenase
- 6 abr 2016
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6-04-2016 AMÉN, ALELUYA por Pino Naranjo Los vaivenes de la vida son mareantes, cualquiera que haya pasado el meridiano de su existencia y mucho antes también, se da cuenta que ésta no es una línea recta, sino una carretera llena de curvas en las que tienes que parar, para evitar que las entrañas se revuelvan y las náuseas se apoderen de ti. Otras, es un viaje donde nuestra existencia tiene categoría de tal, goza así de los mejores calificativos. Siempre es muy agradable encontrarte con una amiga de la infancia, de la adolescencia a la que no has vuelto a ver desde aquella época, un día sin más, la encuentras…, está casi igual, como si el tiempo no hubiera querido echarle su garra devastadora, algunas arruguillas, unos kilitos, pero sin duda es ella. La alegría se apodera de las dos, entre risas contamos anécdotas para ponernos al día. El reloj retrocede, vuelven las de antes y se habla y siente, como antes. Eso ocurre…, como si la mente tuviera un espacio con estos permisos. Fue la primera en salir a recorrer mundo, no la volví a ver hasta ahora, la imaginé en cualquier rincón del planeta donde hubiera algo interesante que observar, con la ilusión y la curiosidad intactas, con aquella vitalidad que tanto la definía. Bohemia o sofisticada, rompedora, no pasaba desapercibida. Hacía lo que creía conveniente en cada momento, aunque lo conveniente por aquel entonces no fuera lo que hacía. ¡Sí, la recuerdo brillante! Entre risas y más risas, escuché un estribillo al que en un primer instante no di importancia, las dos hablábamos casi al mismo tiempo, la calle estaba llena de gente, la alegría de los otros tropezaba con la nuestra, como si la felicidad fuera contagiosa y aquella vía en aquel momento, supiera del retroceso de años y celebrara el encuentro de la amistad. – Y ahora, ¿cómo te va? ,- dijo. – No puedo quejarme. La escuché de manera clara y con énfasis responder – ¡Amén, aleluya! Entre las amistades de toda la vida, hay vínculos indelebles cuando se tienen gratos recuerdos, estuvimos en el mismo colegio, no era de ir a misa los domingos y fiestas de guardar, en realidad pasaba de todo aquello. Pensé que tuvo algún desengaño amoroso o incluso una pérdida patrimonial que le hizo tomar como agarradera el Fervor, cuando la vida le dio un cambio de 180º hacia abajo que no hacia arriba o quizás se sacó mil millones de euros en la primitiva por decir cantidad asombrosa y también decir, la primera vez que lo hizo, porque no la imagino en la cola de la esperanza, y zas, se saca el premio increíble. Como efecto secundario sin duda, estaría un tiempo con “amén, aleluya”, muy comprensible y humano por otra parte. No podía imaginar que aquella mujer que fue la primera en rebelarse contra las normas agobiantes, ahora estuviera recitando en alto, lo que sentía. ¡No ella! Es de las cosas más raras que he visto en mi vida, dado “el quien” y puedo jurar que he visto cosas rarísimas. Cada vez que hablaba algo satisfactorio, remataba la frase con las palabras mágicas, cual coletilla indispensable. ¿Qué le pudo haber pasado?, personalidad tuvo a raudales para no dejarse convencer por una secta en algún lugar de la tierra. -Ah noo, no te preocupes. Verás…, estoy en paz, sabes. Nos reunimos dos veces en semana, nos damos las manos y oramos, es una filosofía que me hace sentir bien, no me he arruinado, no juego a la primitiva o como quiera que se llame, ni tengo ningún desengaño, ¡que cosas tienes…! ¡Hablamos directamente con Dios, sin intermediarios! – ¿Cómo si tuvieras línea directa? – ¡Sí y con tarifa plana! – Veo que no has cambiado, ¡qué alivio! – No hay más, ni normas de nada y mucho menos mandatos.¡Tú puedes! ¡Anímate, mujer. Prueba…! -¡Qué va…ni lo menciones! Después de una larga conversación, me deseó lo mejor en todos los aspectos, alegría, prosperidad, estuvo pródiga en etcéteras grandiosos, ante tanta maravilla yo no pude menos que inconcientemente decir ¡Amén, aleluya!, me salió del alma Allí plantada con la sonrisa de los contentos por “los ayeres” que retornan, me despedí con sus propias palabras, hasta que otra casualidad nos volviera a reencontrar. A ver con qué me sorprende… Pino Naranjo
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