
Hoy, despué del café de la mañana, y con los primeros rayos de sol que entraron a través de los cristales de mi ventana, como si fuera por primera vez, fui consciente de oír el tañer de las campanas. Posiblemente las he oído casi todos los días que ella suena, pero en ese momento mágico, en el que puse atención y asistí a la toma de conciencia, en la que se hizo presente saber que vivo en un lugar donde que no hay contaminación acústica y que todo se oye nítidamente, como el canto de los pájaros a mi alrededor. Entendí que las tareas cotidianas, me han impedido concentrarme, y recordar otras campanas que sonaban en el escenario de mi niñez y de mi juventud. Buscamos en nuestra vida atender lo esencial y descartar lo intranscendente, pero yo me pregunto: ¿Cómo debemos discernir y encontrar lo verdaderamente importante, ¿no es lo imprescindible sentir que estamos vivos y prestar oídos a los alegres sonidos que nos proporcionan alegría y paz? No debería ser tan prioritario atender una rutina estresante y esforzarnos por deberes que nos hieren el bienestar, por anodinos y tiránicos, -qué si no atendemos esto o lo otro, perdemos este servicio o este compromiso… -y continúa la esclavitud, sin pararnos a disfrutar de la belleza del entorno, de la primavera y del aire más puro, que a pesar de vivir en suelo poblado, podemos encontrar. Tenemos que valorar cuando vivimos alejados de las grandes ciudades y respiramos un aire limpio, que no esté amenazado por la contaminación. Aun así cometemos el error de estresarnos en lugares donde esto no debería de pasar. Automáticamente de escuchar el tañer de la campana, se abrieron portales en mi imaginación y volví a sentirme humana, sensible. Evoqué momentos extraordinarios de mi pasado, los reviví( que es volver a vivir), soñé de nuevo, me inspiré y comprendí que existe una vida paralela, que ignoramos como la verdadera y que está ajena a la ambición, a la tortura de las imposiciones, al cumplimiento de toda norma, a darle de lado a la libertad que nos dio el Creador para que supiéramos aprovechar con sabiduría, los buenos momentos de la vida.
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