Esa plebe que abandona a los padres y luego reclama furibunda, esos que son capaces de segar vidas, los que envidian y miran de soslayo, esos tibios que hay que darles con un látigo para que vayan a trabajar, los que nunca encuentran asiento cómodo y vagan sin norte por ahí, los que a falta de leer libros se excitan y salen a la calle a formar escándalos, pues les sobra energía acumulada, no saben lo que es la entrega hacia el prójimo, más bien prefieren morirse a tener que hacer un favor. Los que creen que criar hijos es competir con el vecino, mandarlos a la universidad sin fomentarles la filantropía, creando máquinas humanas sin sensibilidad. Esos que se bañan en capas de elegancia obsesiva, y cuando rascas un poco en el barniz superficial, muestran la fatuidad y el egoísmo. A esos, dales un motivo para que se conviertan en turba. Unos romperán ciudades, otros disolverán ideales nobles, los habrá que aprovechando el agua revuelta del río, se tornen ladrones y asesinos. Los gobiernos del mundo, se enfrentan a las pandemias, a las crisis, a la amoralidad, a la ignorancia, al gregarismo sin cerebro, a los vicios degenerativos, a la pobreza de alimento del cuerpo y de la mente. Se enfrentan a la rebeldía de los que aun enajenados, se revuelven ante la arrogancia sin combatirla con la superación personal. Hemos hecho un mundo inhabitable y todos llevamos algo de responsabilidad.
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