
Admiro a los que dominan el juego del póker, el ajedrez. Mi fuerte actividad, quizás no fuera compatible con juegos de silla. Mas, me fascinaba de pequeña el juego de «La Oca». En mi tierna infancia entendía que la vida era tirar los dados y saltar casillas, donde podías caer en suertes o en desgracia. Aún así llegabas al final del tablero, o sobre el cartón donde tantas horas matábamos en días de lluvia, sobremesas u otros momentos de compartir ratos con los amigos. Jugaba a la Oca con la niña del primer piso. Ahora puedo afirmar que mi vida ha sido un camino sobre un enorme panel, yo he sido la ficha, y el cubo con los dados han sido mis diferentes destinos, buenos, malos y horrorosos. Caí en ambientes enrarecidos por la mediocridad, conocí carceleros de mis días infinitos, observé la crueldad hacia los débiles, me advirtieron de los peligros que me acechaban en cada edad. Vampirizaron mi tiempo, me faltaron al respeto jefes, profesores, monitores, pues me encasillaron, etiquetaron y lejos de ser útiles perdieron su tiempo y el mío, pues sus actividades fueron estériles. Los protagonistas eran los dineros, los papeles, los castigos, las mesas de metal, las papeleras y las máquinas trituradoras. Muy lejos de las actividades de filantropía que ponen en valor el tiempo invertido en el amor al prójimo. Varias veces intentaron agredirme, y me agredieron, violarme y no lo consiguieron, sacarme las tripas, pero no estaba permitido. Estando orgullosa de mi físico, he recibido burlas incluso de algunos seres allegados, me han explotado, humillado, relegado y expulsado. He recibido críticas injustas, manipulaciones y traiciones varias. Quizás te asustes lector y creas que miento. Pero no te ofendas si te digo, que si algo de esto no te ha pasado a ti, es que simplemente no te has dado cuenta, o no sabes retirar caretas en tus resúmenes de pensamiento, o nunca has rebobinado para diseccionar las instantáneas, o quizás seas tan bueno/a que nunca has pensado mal de personas y actuaciones, más bien no detectas cual es el origen de tu sufrimiento. Sin embargo paralelamente he recibido amor, buena crianza, estudios, protección, oportunidades, tratamientos, becas, oraciones, caricias y confianza en mi persona. Todo ha sido un yin y un yan, un haz y un envés, un norte y un sur, un cara y cruz, unos eran ángeles y otros eran demonios. Es el precio de la vida, cuando tienes el hermoso privilegio de poder envejecer y vivir para contarlo.
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