Siempre me causó un impacto vivir momentos en una superficie renovada, donde antes bullía un negocio de bar, pizzería o restaurante, algo muy común, el cierre de una empresa que vuelve a abrir y de nuevo, pisas ese mismo suelo que ahora lo regenta otro, se anula la antigua sinergia para entrar en una nueva decoración, unos nuevos dueños. Siempre deseas que les vaya bien y los primeros clientes son muy bien recibidos. En el nuevo «Capricho» en La Frontera, me interesé por la persona que había tenido la feliz idea de «emprender» Mercedes, y me atendió alguien de mucha amabilidad, un joven sensible y dispuesto, que me recordó los primeros años de mi juventud, cuando yo tenía la misma actitud abierta y atenta para que todo saliera bien en mi labor, en un estudio de arquitectura donde trabajaba por primera vez. Mi buena salud, mi carácter curioso y comunicativo, me hacía ganar la aprobación de mi jefe que, daba la casualidad que era mi tío. Ahora centro mi curiosidad en los nuevos jóvenes, que llaman mi atención por la buena disponibilidad y vocación hacia el trabajo. El mismo muchacho de refinada educación, con un horario diferente me atendió en el banco por la mañana. La misma atención, la misma sensibilidad, la misma eficacia. Te felicito Manuel Millán, un abogado que no espera a que llegue la oportunidad de ejercer la profesión en unos momentos donde una crisis sanitaria y laboral, acecha por todas partes. Aún en situaciones poco favorables, encuentras el perfil de un futuro triunfador, sólo deseo que la vida te sonría y que la tónica de esfuerzo y recompensa te acompañen siempre, eres un ejemplo de ilusión por el trabajo e intuyo posible excelente relaciones públicas. Normalmente el éxito se debe a unos progenitores bien orientados en la educación de sus hijos, felicidades a ellos también. ¡Adelante!
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