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EL CARTERO SIEMPRE LLAMA…por PINO NARANJO

  • radiogaroecadenase
  • 29 mar 2016
  • 2 Min. de lectura


29-03-2016 PINO NARANJO EL CARTERO SIEMPRE LLAMA (MÁS DE) DOS VECES El personaje del cartero, antaño romántico, portador de buenas nuevas venidas de lejos, de amigos que recorren mundo o de los que se fueron a las antípodas por cambiar de aires y quedaron extasiados ante otras maravillas distintas que nos hacen saber en forma de tarjetas multicolores o sobres con sellos diferentes. Ese no es el cartero de ahora, ya nadie manda cartas a la antigua usanza. Tampoco es, el de la película EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES, la interpretada por Jack Nicholson y Jessica Lange. No, éste es otro. Suena el timbre, no esperas a nadie…, nada bueno puede ser. En la puerta el cartero, con ese aparatito última novedad, donde debes estampar tu firma. Te pones las gafas para atinar en el reducido espacio destinado a la rúbrica. Sabes ya que no te van a comunicar nada bueno, no te queda ni la esperanza que en esos reveses de la vida pudiera o pudiese pasar. Sin embargo, como el estómago lo tienes lleno de dignidad, esbozas la mejor de las sonrisas como diría Bécquer, “máscara de dolor”. Tras preguntar, aciertas a oír: NOTIFICACIÓN DE HACIENDA, el eco se hace persistente, dos, tres, hasta cuatro veces oyes esas palabras multiplicadas retumbar en la cabeza, pienso, porque se piensa en centésimas de segundo, ¿en qué me habré podido equivocar?, por declarar he declarado hasta lo que no tengo, Mis pensamientos continúan, mi mente se colapsa “aunque Hacienda se equivoque, pagas y luego reclamas” ¡Lo que me faltaba! Y al asesor fiscal, el que dice y hace lo que tienes que poner y cómo, sale indemne de cualquier equívoco, con patente de corso. El responsable siempre es el incauto o personas, muchas analfabetas o con estudios mínimos o máximos pero no en la materia, a las que se les exige multa por los desaguisados del asesor fiscal, que sale limpio con el hip hip hurra o la indiferencia de los que no han hecho nada al respecto, la ley pertinente que les haga asumir su negligencia. Temo que el cartero esté escuchando las pulsaciones que suenan como truenos en las sienes, ¡demasiados pensamientos, sigo con la sonrisa petrificada! Escucho mi apellido, que ahora ni recuerdo, menudo estado de confusión para no recordar mi nombre. Asiento. ¿Cómo es posible que no reconozca mi apellido? Inspiro profundamente, para llenar los pulmones de oxígeno. Él habla, yo sigo pensando en el apellido que no me suena, ¡veo luz, veo el cielo! – Noooo, no es mi nombre, ni mi calle, es la calle de abajo, ¡la paralela, sí! Se deshace en disculpas, – No tiene importancia, no se preocupe… Lo veo alejarse, aliviada, en la moto que suena estridente. Sigo con Bécquer, “hoy le he visto, le he visto y me ha (ignorado), ¡hoy, creo en Dios!”. Esta noche para quitarme el sobresalto veré la película, esa pasión fuera de control de Jack y Jessica ¡Sí, eso relaja, bueno… no tanto, pero bien! Pino Naranjo @Pino_Naranjo

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