Nacido en una familia normal, sólo que con el gene egoista, malo, de poca calidad en la herencia generacional y una miopía afectiva, producto de poca armonía en su interior; una sociedad que se lo pone todo en bandeja, papeles firmados, bendiciones sacramentales, lazos familiares indisolubles o eso parece…y miedo a disolverlos; una prole de por medio que ata al progenitor más amoroso o víctima, sea hombre o mujer y «traga» siempre por los niños. La escuela del maltratador/a es siempre un hogar tibio, donde la falta de respeto y el diálogo didáctico brillan por su ausencia. Unos padres acomodaticios, que nó entienden una disciplina ejemplar no demasiado rígida, que debe comenzar por ellos mismos; pues no es tolerable el permitirse para sí infidelidades, traiciones, vagancias múltiples ya que todo eso, lo respiran los hijos en el aprendizaje. En la escuela del maltratador (familia), las primeras muestras de crueldad con los animales, hermanos, los propios padres, y con los compañeros del colegio son tomadas como gracias y «las cosas del niño je,je, … El síntoma de que algo va mal, suele ser la soledad del futuro maltratador, que es expulsado de todos los circulos de amigos: cumpleaños, clubs deportivos, reuniones, avisos de expulsión por agresividad en el colegio, faltas de respeto con los profesores etcc. Pero hay un pequeño y futuro maltratador que tiene la picardía del disimulo, siendo éste el más peligroso, pues cuando es interrogado, siempre encuentra argumentos para quedar bien y acusar a otros. Se puede descubrir si se le observa cuando él cree que nadie (superiores) lo está vigilando. El pequeño monstruo ya está preparado para salir a «amargarle la vida» a los incautos que no se lo saben sacudir a tiempo. MELVIN ZAMORANO
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