
Mi sobrina tiene un perro con nombre aristocrático, pero de raza: un mil leches. Se llama «Marc Pelo de Fuego Saco sin Fondo Conde de Monte Cristo» Abrevian sus dueños «Marc Pelifu sasifo Conde de Monte Cristo. Lo del saco es porque come sin parar, lo del pelo es por su color y lo del Conde, porque fue rescatado de una pobre vida a otra mucho mejor. Entiende lo que se habla, cuida la casa. Avisa cuando viene alguien. Parece que ríe cuando le dan unas palmaditas de cariño. Tiene seis años, y actúa con naturalidad, siempre está pendiente de sus dueños y los acompaña cuando cocinan, cuando estudian, ladra a los extraños, pero lo más gratificante es que espera paciente cuando sus dueños salen a la calle y cuando éstos regresan del trabajo gime y ladra de alegría. Ha pasado por las manos de una adiestradora, o sea que ha ido a la escuela, para que se porte bien cuando va a pasear por la rambla. Todo es normal y corriente, lo más original es que entienda todas las palabras. Investigamos en su pasado y nos cuentan que su padre Tim, se tapaba con la manta cuando se lo decían, y cuando sus dueños en la crisis del 2008 no tenían víveres, tocaba en la puerta de todos los apartamentos y cenaba en todas las casas, hasta que la barriga le pesaba demasiado, y se iba a dormir a su casa. Cuando alguien no le gustaba, se escondía o echaba a correr y nunca podían atraparle. Sabía quienes eran buenos o malos.
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