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EL TRONO DE LAS REFLEXIONES por MELVIN ZAMORANO

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Porcelana con nombre de mineral, íntimo, recoleto, desahogo diario, donde miccionas, y vacías el abdomen globuloso, pero también comunicas-¡estoy ocupado!-, no estoy solo, me aporrean en la puerta, -¡vete al otro!, yo no voy a salir todavía.(Estoy leyendo una carta que me llena de placer, una de esas que recibes la primera en toda tu vida.) Abro mi libro preferido, tiro la cascada de agua que delata el final de mi acción biológica. Pero no quiero salir, ¿por qué debo salir? Ni hablar, me quedo y me como la chocolatina que llevaba en el bolsillo. Tiro de la serpentina coll-hogar, me limpio. Ahora rezo y canto. Me levanto, me miro al espejo,¡que tío! cuanta personalidad, no me cambio por nadie. Tocan ¡pum pum! -Estás vivo, di algo, ¿por qué no sales? -Ya te dije que fueras al otro. -¿No quieres cenar? -¿Que hay? -Tortilla española. -Ya voy. Bueno, dejaré para mañana el afeitado, esconderé la carta, y cuando llegue de trabajar, ya de nuevo en la intimidad de mi trono, revisaré la agenda, me daré un masaje en las rodillas y tomaré mis mejores decisiones de futuro. Me acaricio la cara, me rasco la barbilla, me quito las cholas de andar por casa, me reviso las uñas de los pies y salgo. Melvin Zamorano

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