
El hombre seguirá existiendo a la deriva, es lo suficientemente inteligente como para adoptar las mejores formas de adaptación y progreso…Todo ello le permitirá viajar hasta los agujeros negros y las infinitas galaxias. Pero el abismo de los espíritus, le estará vedado. Almas originales, reencarnadas, retornadas, vagantes, errantes y extinguidas, jamás verán la mano espiritual que las atenaza, jamás alcanzarán la libertad, a no ser que lo consigan al llegar a la orden de perfección y blancura. ¿Cuál es el camino? El sendero es muy difícil de hallar, para los seguros, los poderosos, los ambiciosos, los que brillan, los eruditos, los conductores de masas y los amigos del bienestar; el camino se les hará oscuro y desaparecerán las huellas a seguir, borradas en lo tortuoso que lleva a la extinción. El camino será sencillo, para las almas de niño, los rezagados, los que se ruborizan, los que necesitan amor, los que reparten cariño, los que se escandalizan, los que tienen miedo de Dios. Pero ahí siguen los abismos del espíritu, sin descifrar, en la oscuridad, de donde surgió la fuerza vital de la materia, donde se proyectó nuestro ser, donde se bendijo o maldijo nuestra vida, ¡qué designios nos esperan! ¿Cuál será nuestro resultado final? Si hay misión de perfeccionamiento o si sólo seremos instrumento para otros en su realización, si nos integraremos en el todo, o perdidos, bailaremos en el abismo aterrador. ¿Qué parámetros marcarán nuestros destinos, y qué hado nos conducirá hasta un mejor final?. Volver no está en nuestras manos y permanecer en el cuerpo sagrado de lo misterioso, tampoco está…Si no podemos escuchar la voz del corazón, dejemos que nos aplasten todos los males, hasta vislumbrar la llama pura de nuestro perdón.
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