Desde estas páginas, doy mi más sentido pésame a Dª Arabia su esposa y a su hijo Domingo. Don Quime, muy conocido en la isla por la calidad de sus vinos artesanales, era un hombre muy trabajador, que dominaba todas las artes de la agricultura y sabía mucho del campo y de los animales domésticos, ambos recursos ayudaron mucho antaño, pues era el modo de vivir de nuestros pobladores herreños. Ya no lo veré más bajo los rayos del sol de la mañana, recorrer sus huertas y no podré saludarlo una vez más cuando pasaba por delante de su casa. Don Quime era muy sociable, siempre tenía un amable y alegre saludo a los tantos y tantos amigos que paraban frente a su jardín, lleno de bellas flores, y se bajaban del coche a hablar con él, o le tocaban la pita al pasar. En la terraza de su bonita casa solariega, siempre se organizaban tertulias en las horas de la tarde. Él y su esposa, siempre abiertos a contar tradiciones y maneras de hacer las cosas como se hacían antes. Siempre abiertos a colaborar con los medios y aportar sus conocimientos. Descanse en Paz Don Quime, usted se merece el cielo, pues siempre vivió aportando a la sociedad los frutos de su noble trabajo. La isla entera lo llora y todos están pendientes para darle el último adiós.
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