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HACERSE LAS CEJAS por MARÍA ELENA MORENO

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Las cejas perfectas y naturales de Romina Power y otras bellezas mediáticas y famosas, han dado paso a «Hacerse las cejas». «Hacerse las cejas», equivale a someterse en un salón de belleza o comercio de productos de higiene y estética, a un depilado y arranque de las cejas naturales, para sustituirlas por un dibujo o chapapote de crema negra o marrón o una pegatina que las simula. La cara de careta que se les deja a las féminas es por lo menos irrisoria. Antes, las actrices octogenarias se dibujaban sus cejas porque la vejez se las había desaparecido. Entonces dibujar una ceja inexistente era la única solución y por supuesto signo de decrepitud. El otro día se paseó ante mis ojos, una señora subida en un tacón de más de 10 centímetros, siliconada de nalgas, pechos, labios de la cara, y más cosas. El fraude me suscitó una risa, a la vez que decepción, pues el progreso tecnológico todavía no puede reconvertirles el cerebro como último remedio. No quiero pensar la cara que pondría madame Curie si levantara la cabeza. ¿Que les dirá San Pedro, cuando les entregue las llaves del paraíso y no sepa exactamente si es Patricia, o un conjunto de plásticos que se sobreponen a un alma esperpéntica y raquítica?. Las grandes divas del mundo del celuloide, sustituyen en la menopausia, la frivolidad del desmesurado ego por multitud de obras benéficas para pasar por este mundo, corrigiendo una vida de glamour, por otra más dedicada a las tareas humanitarias. Todo tiene su edad.

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