

Si trabajaste bajo el Sol, bajo las nubes del atardecer. Si escribiste bajo la lámpara tus sueños más profundos, y más tarde sentiste el placer de rediseñar tu vida, tocando todos tus elementos de energía cósmica y la plétora del que palpa la piedra, la madera, la hoja que huele a clorofila. Sentir de las emociones del alma brindando tu amor al que te llama, puede que hayas vivido un día que pareciera fueron tres. Confundiste la madrugada estrellada con una noche interminable, el sudor con lágrimas y la luz del día con tu resplandor espiritual, quizás se han entremezclado tus jornadas fértiles, y tus esfuerzos dan un fruto que se intuye de perpetuidad, has vivido sin duda una enorme jornada llena de amor y de inspiración. Compensan dichas jornadas con las de corte anodino, donde pudiera ser que cargaras tus propias pilas, o resetearas tus pensamientos creativos pero carentes del impulso. Como si la fuerza estuviera por llegar y la calma retrasara todos tus proyectos. Pero los días únicos que parecen tres, están ahí como un milagro, para decirte que ya despegó tu cometa con la fuerza de un tren interestelar. Ya soplan los vientos de la actividad radiactiva, esa que provocan las ideas que se llevan a la práctica, como si estuvieran dirigidos por la mente que todo lo puede…En los días vividos como si fueran tres, dejamos atrás los estereotipos, la timidez, los complejos; y lo cambiamos todo por la ausencia de prejuicios ante el que dirán, lo transformamos todo por la fuerza que infunde nuestra personalidad práctica, resuelta, sin remordimientos, como si todo lo tuviéramos al alcance, como si una voz entrara en nuestra frente, dictando, señalando, protegiendo nuestra finalidad más sutil, más abierta a la misión encomendada, en fin, yo he vivido un día que se me antoja fueron tres.
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