
No es la primera vez que me causa risa, el desarrollo de este cuento para niños, que encierra una sabiduría excepcional. De todo lo que se desprende de estas obras literarias dedicadas a la infancia, son muchos psicólogos, escritores, sociólogos que han analizado la época en que fueron escritos y las enseñanzas que nos han aportado. ¿Cómo puede un relato tan sencillo, en lenguaje simple, calar tan hondo en nuestra etapa infantil de generación en generación. En 1628, nació Charles Perrault, en París, el autor de este cuento, que mucho después, se compiló junto con muchos otros, y fue publicado de nuevo por los hermanos Grim. El caso, es que muchos familiares, los han leído al pie de las cunas, o sentados en un sillón frente a una chimenea, y han sido las delicias de miles y miles de niños antes de dormir. Cuando un guionista lo ha llevado al cine, lo han convertido en comedia, le han añadido caricatura a los personajes y se han realizado en multitud de versiones, por excelentes actores en la gran pantalla o simplemente filmaciones ideadas para la televisión. ¿Por qué? ¿Por qué se busca el zapato de la más bella y encantadora? y por qué no entra el zapato en los pies feos y deformes, de sus propietarios de caras también ofensivas? Después de estar un ratito con una persona, ya nadie es ni tan fea, ni tan guapa. Es la belleza y la armonía de facciones las que nos hacen presumir, de que el alma también lo es. En la realidad no siempre es así, hay guapos malos y feos buenos, así como hay guapos buenos e inteligentes que lo tienen todo y feos que son un desastre. Mas, la teoría de la compensación, nos hace esforzarnos por obtener cualidades que añadir a nuestro físico y así conseguimos sacar a relucir nuestra belleza interior, y ganar en encanto personal, ese hilo de oro que entrelaza el tejido de nuestra personalidad. Basta con mirar nuestros rictus y arrugas, donde se dibuja el mapa de nuestros sufrimientos, complejos, frustraciones y continuadas amarguras. Pero he aquí, que los hermanos y hermanas de Cenicienta en el cuento, emulan a los feos, panolis y ridículos con el ego desmedido y la estupidez, siendo la representación del vulgo en general; y a Cenicienta la pintan con una belleza que simboliza la pureza y la candidez de su alma, a la par que su capacidad y talento, para suscitar ser amada por las hadas madrinas y por el príncipe. No vayamos a ser malos e identificarnos nosotros mismos, como los hermanos y hermanas de Cenicienta, porque seremos multitud, ya que la armonía se desarmoniza con los defectos del alma, e inmediatamente sale dibujada la vulgaridad, esa que exhiben los hijos de la madrastra de nuestra princesa del cuento de hadas.
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