
fotografía origen de Baudilio Navarro, amigo de Don José UN EJEMPLO DE SERVICIO A LA SOCIEDAD. Nunca he creído esa frase que dice: «nadie es imprescindible». Más bien, siento que es verdad, que podemos ser mucha parte integrante del mundo de otras personas, o casi su mundo. Ocurre como en el caso de Don José, según palabras de su hijo Francis, que era buen marido, buen padre y buena persona. Era un sol con sus planetas, porque el ejemplo y la actividad positiva de nuestros prójimos, forman un sistema gravitatorio imprescindible para integrarnos de manera positiva en nuestra sociedad. Don José era un hombre abierto, comunicativo. Podías preguntarle cualquier cosa y él te daba su tiempo y te relataba sus recuerdos, todo lo que sabía de la geografía de la isla, nomenclaturas de la orografía, senderos, montañas, sus experiencias bucólicas y estampas tradicionales de nuestros campos en el mundo pastoril, así como en el desarrollo de sus vivencias en distintas profesiones, tanto en El Hierro como en su etapa de emigrante en Venezuala. Primero fue pastor, luego empresario de éxito, pero sobre todo útil por su entrega y capacidad de servicio a los demás. Pasé buenos ratos hablando con él, e incluso lo entrevistamos en La Voz de El Hierro y en la radio, siempre reaccionaba bien. Conocía recetas de cocina, historias de su juventud en esta isla. De gran intuición, conocía interiormente con su buena psicología a quienes trataba a diario y bastante sabio, pues era inteligente y reunió un gran bagaje de conocimientos y lo que es más increíble: su sencillez, la cualidad de las grandes personas. Una vez publicamos una foto, en donde se le veía repartiendo los jornales con su talega típica, tejida con materiales salidos de los telares de artesanía canarios. Esa foto, obtuvo miles de «me gusta» porque todo el mundo lo quería, pues se convirtió en una persona necesaria. Le encantaba caminar y eso lo mantuvo joven y saludable por mucho tiempo. Siempre saludaba cordialmente y con una sonrisa, parecía darle gracias a la vida y se sentía bendecido por el fruto de su trabajo, siempre útil en nuestra sociedad. Su hijo bebió de la fuente de su buen hacer y lo cuidó en su ancianidad de manera entregada y con mucho amor filial. Ambos fueron mucho tiempo trabajadores incansables en la librería, donde compartían sus tareas de ventas, a escolares y al público en general. Todos pasabamos por allí, docentes, alumnado, oficinistas, todos encontrábamos lo necesario, para nuestras actividades laborales y de aprendizaje. Cualquier cosa estaba allí y si no te lo encargaban y al poco tiempo sentías la alegría de que tu pedido estaba completado. Con mucha paciencia y resignación, solventaban cualquier problema, pues ya sabemos que es muy complicado el día a día en la tención con toda clase de público. A veces no había sitio en la entrada de su negocio, pues todos querían hablar un rato con Don José o con su hijo, pues hacían amistades con mucha facilidad. Leoncio Morales les tenía afecto sincero y todo el personal de la emisora, y los estimábamos infinitamente y lo que es más, les estabamos agradecidos pues se portaron muy bien con Leoncio en tiempos difíciles y en todo momento. A veces pienso en una sociedad, donde todos fuéramos tan útiles y colaboradores más allá del sentido profesional. Quedan estas palabras donde intento perfilar a un gran hombre, humilde pero lleno de cualidades. Su hijo Francis Gutiérrez siguió hasta su jubilación en la libreria, y luego, dedicándose a otras actividades en donde destaca su pasatiempo favorito, sus excelentes fotografías, todas ellas de belleza sin igual, pues es un maestro manejando los contrastes de luz. Siempre llevaba a su padre a esos paseos maravillosos por toda la isla. Siento mucho que haya tenido esta irreparable pérdida.
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