
APRENDÍ A TOCAR A PUERTA FRÍA, CON MI UNIFORME AZUL MARINO DE LAS MONJAS ASUNCIONISTAS, ÍBAMOS POR LAS CALLES DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, POR PAREJAS, PEDÍAMOS PARA LOS «NEGRITOS DE ÁFRICA». SIEMPRE SE ME DIO BIEN PEDIR PARA OTROS, NUNCA PARA MÍ. EL PERFIL DE LOS QUE NOS ABRÍAN LA PUERTA, ERA UNA MUJERCITA, ABUELA POR LO GENERAL, PEQUEÑA DE ESTATURA, UN CABELLO CASI INEXISTENTE, BLANCO EN LAS RAÍCES Y LAS PUNTAS NEGRAS, EN BATITA, UNA CARA DE SANTA ALEGRE, LAS MANITAS HINCHADAS DE TANTO FREGAR, DESEOSA DE SABER QUIEN TOCABA EL TIMBRE, PUES QUEDABA SOLITA EN LA CASA, DESPUÉS DE QUE SALIERAN LOS ADULTOS A TRABAJAR Y LOS NIÑOS A ESTUDIAR. NORMALMENTE ERA VIUDITAS, ÚTILES PUES SOLUCIONABAN EL ARROZ BlANCO, EL POTAJE Y LAS NATILLAS, FACTORES COMUNES EN EL MENÚ DIARIO DE LAS FAMILIAS DE CLASE MEDIA EN SANTA CRUZ. TE CERRABAN LA PUERTA Y TE DECÍAN: ¡ESPEREN UN MOMENTO! Y VOLVÍA A ABRIR SEGUNDOS DESPUÉS, CON UNOS CUANTOS CÉNTIMOS Y UNA SONRISA. A MI ME GUSTABA QUE NOS LLENARAN LAS HUCHAS DE CÉNTIMOS, PORQUE EN MI IGNORANCIA DE NIÑA, ACABÁBAMOS PRONTO Y PODÍAMOS RETIRARNOS A CASA, A MERENDAR Y A JUGAR, HASTA EL DÍA SIGUIENTE. LAS MONJAS TE COGÍAN LA HUCHA Y LAS PONÍAN TODAS JUNTAS Y NUESTROS NOMBRES, PARA SABER QUIENES HABÍAMOS RECAUDADO MÁS, DESPUÉS DEL RECUENTO. ME PASABA EL ESTÍO HACIENDO «TAREAS DE VERANO» Y LUEGO TRICOTANDO ROSETAS QUE MÁS TARDE FORMARÍAN MANTAS, PARA LOS «NEGRITOS DE ÁFRICA», COSA QUE YO REALIZABA CON AMOR Y ASÍ, MI PROPIA ABUELA, ME ENSEÑÓ LAS LABORES TÍPICAS DE LAS «NIÑAS BIEN EDUCADAS». AHORA CON LOS APRENDIZAJES DE LA POSTULACIÓN, NO ME CAUSA PUDOR TOCAR A «PUERTA FRÍA» ¡DE TODO SE APRENDE!
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