
La primavera da un salto hacia los días más largos, expande agentes alergénicos y cuando sigue la amenaza del corona virus, ahora gripalizado, ni por un instante ha pasado el peligro. Las gotas de los chubascos que han enfriado tu ropa abrigada, causándote leves y repetidos resfriados, y que has salvado gracias a un buen caldo caliente, se repetirán en Abril (aguas mil). Fue un reto para mí, pasar de largo por el siniestro invierno amenazador de pandemias, coacción de libertades y propagador de efectos secundarios. Mas, si ya empiezas a contar los años y nadas en la incertidumbre, de si podrás cumplir a largo plazo, las ilusiones que te llevan a realizar tus sueños, ya que cuentas con más tiempo para tI, pues las obligacioes cotidianas, son menos numerosas. Recuerdas que hace tiempo que hemos pasado los cuarenta y que estuvimos a punto de sufrir el infarto de rigor, ese que se presenta cuando vas por la vida como una moto y quieres sostener el mundo con un solo dedo, tomando las responsabilidades que te corresponden y las que no, también. Los bajones del tono muscular ya son repetitivos, se marcan las arrugas y sabemos, que hemos superado las manifestaciones de unas herencias genéticas, que siempre nos atenazan por miedo a que afloren, claramente, las malas praxis en lo concerniente a la salud de nuestros antepasados. Los tics, la desestabilización de las constantes vitales, dolores variopintos, y todo un despliegue de achaques, no han logrado romper la felicidad que nos ha producido poder vivir cada día, huyendo del alboroto, para paladear el último texto elegido, antes de arroparnos en las acogedoras sábanas. Damos las buenas noches a los seres queridos y esos ángeles que nos vienen a visitar, antes de caer dormidos en nuestro rincón preferido de la habitación. Los recuerdos son nítidos y no cambio lo que he aprendido sobre la condición humana por volver a la estúpida juventud. Nadie se merece que te desvíes de tu camino trazado, para seguir cometiendo errores, pero también somos conscientes de que todos se merecen nuestra sonrisa y nuestra amabilidad. No, la primavera no es segura. Si evitamos los accidentes y tomamos los antialérgicos de rigor, es posible que lleguemos al verano, vestidos de libertad, desnudos de ropajes innecesarios, y donde las altas temperaturas nos hacen grandes y los virus pierden autoridad y se tornan más pequeños e inofensivos. Amigo/a: ¡No bajes la guardia, la primavera no es segura!.
Comments