
En su día el encanto, el agraciado cuerpo, el talento para la composición de canciones pop, la habilidad para la danza, todo ello conquistaron a un Gerard Piqué. Era mucha feminidad y belleza en ese rostro armónico a la vez que simpático de la cantante bailarina. Pero su elevado coeficiente intelectual dentro de los superdotados y la condición de benefactora de los más desfavorecidos, hacen de ella una intelectual-creativa con demasiado nivel, algo que la convirtió en una estrella. Estas son cualidades que conllevan mucha dificultad a la hora de lidiar con una pareja. Es verdad que le quedó grande a Piqué (como dice la letra de la última canción de SHAKIRA). Una intelectual, a no ser que disimule sus grandes capacidades a los ojos de su amado, presenta una gran dificultad, pues ello la transforma en rival, sobretodo si existieran connotaciones machistas en su entorno. La mujer que destaca mucho es rechazada por los hombres factibles de sentir sentimientos de inferioridad. Gerard Piqué es una muy importante persona en el mundo del deporte internacional, pero cuando se enamoró de la cantante, no era consciente de que a él lo que le iría bien es una bella muchachita más joven que él si cabe, y de aires convencionales, para poder sentirse lo más alfa posible y poder ser condescendientemente un encantador «Romeo», mientras duren las mieles y no entre el aburrimiento. Precisamente Shakira no aburre jamás, pues sus vaivenes artísticos y su actividades en todas las facetas, amén de ser una madre ejemplar, no sólo no cansan, sino que entran en los llamados toboganes de emociones y vertiginosos contrastes, que llenan la vida de colorido, alegría y ganas de vivir. La estrellas como ella están condenadas a vivir cortos romances y si cabe en la soledad. Es fácil que a no ser un fenómeno espectacular, como ella, de la orden de Bizarrap, o sea iguales en éxito y talento, pues no caben ni cerebros estrechos ni bisoños en el arte del amor…
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