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LOS RICOS TAMBIÉN COMEN PLÁTANOS.-MELVIN ZAMORANO

radiogaroecadenase


Entre batines de seda, el periódico a las diez, el zumo de naranja y el café. A la puerta el Audi, y con el donaire envarado que les caracteriza, pues hay un respaldo relativamente estable de euros… Camina erguido el que viste de Montesinos y Valentino, ambigüo y con el rictus de «no me toques», el tío va y tiene que comerse un jodido plátano por eso del potasio. Pero es que luego le tira a la sopa de sobre, porque no está la chica y su mujer se fue de viaje con las amigas. ¡Qué triste debe ser descender a unas lentejas! y ¿por qué no hay un menú para finolis, lejos de los espaguetis y con algo de maná sagrado y criptonita, algo de verde láser con trocitos de pitiminí, especial para los que se «salen» en tontería y como dijo Séneca: han conseguido sus haciendas mitad heredadas, mitad en el defalco lento y sinuoso de varias generaciones. ¡Qué horroroso! es un descafeinado, superficial y hueco bobito engullendo una papa guisada del día anterior!, pero es lo que hay, la misma avellana me la como yo también, e igualmente le tiro mano al mismo desodorante basturro que encontré en el cajón cuando se me acabó el más glamouroso…

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