
Estaba en los estantes de la fruta. Era el único limón que quedaba y era más grande que una naranja llamada de ombligo. Su color dorado verdoso, exhalaba un perfume, que evocaba al limón, pero en este caso, como si un laboratorio lo hubiera rociado con su propio aceite esencial. Me hice con él una limonada y lo tiré al cubo a donde van las sustancias orgánicas para convertirlas luego en un compost. Me puse a mirar por la ventana y a revisar mi agenda sentada en una silla de la cocina, cuando de repente me viene una ráfaga de aroma, esa que sale cuando rayas la cáscara de limón para hacer arroz con leche o un exquisito frangollo. Me dió lástima que se hubiera gastado su zumo y recogí de nuevo las cáscaras para hacer una receta, que sólo consiste en hervir la cáscara de limón y dejarlo reposar. Colada esa agua, al día aiguiente, se puede beber en ayunas para conseguir limpiar el organismo de grasas sobrantes. O sea que primero tome el limón ya exprimido y ahora troceado y hervido aún seguía oliendo a esencias de limón. Bebí la infusión resultante de su cáscara hervida. Los días que le siguieron se bajó mi nivel de azúcar en sangre, pues soy diabética y se reguló mi intestino haciendo mis necesidades sin dificultad toda la semana. Volví a tirar los residuos que dejó mi cítrico benefactor. Pero no sin darme mucha pena. Hice la comparación de sus propiedades, de sanación, ensoñación (pues sus toques de fragancia me remontaron a paises de ensueño en mi imaginación), frescura al respirarlo y maravillosidad, con el de una persona que conocieras y ¡de repente! te dieras cuenta de todas sus buenas cualidades. Entonces, vinieron a mi mente unos recuerdos de ciertas personas, las cuales puede contar con los diez dedos de las manos y le di gracias a Dios por haber conocido a esas personas doradas, y santificadas con el olor cítrico que emiten los campos y las huertas en donde reina un limonero, solo que el padre árbol, que floreció dando este precioso fruto era especial, y volví a repasar las personas especiales que solamente me han hecho bien en la vida y sin duda siguen haciéndomelo.
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