Son pajaritos indefensos, las personas mayores y ancianos que no tienen familia, o nadie que les ayude, tienen teléfono móvil, pero no saben acceder a las aplicaciones a través de internet, porque no han aprendido el jeroglífico persa, que implica acceder a los enlaces con una burocracia que cierra sus puertas y ofrece un portal inaccesible para ellos. Llaman a un teléfono de respuesta automática, donde hay una robótica voz, sin un humano al otro lado, solo un saludo frío con instrucciones laberínticas, que informan sobre otros números de teléfonos y miles de claves de acceso. A ellos, a los pajaritos, los ha abandonado la sociedad, los han suprimido, no ven ni verán jamás sus lágrimas de pajaritos que se extinguen de tristeza. Son pajaritos, los que necesitan ayudas y las instituciones se las niegan, porque tienen un antiguo plan de pensiones que no pueden rescatar y una casa vieja que no pueden vender. Estas lágrimas son de pajaritos con hambre. Está sorda, la roca que ofrece nuestro mundo insensible para todos ellos.. Insensibles somos, ante la desnutrición masiva de los niños del planeta, somos ineptos ante la violencia y el pasotismo de una juventud, que no tiene tiene la empatía de los bien educados. Eh! ¿mundo me oyes? deja de mirar a las galaxias que se descubren cada día, suprime las malas noticias, no te recrees en la golfería de los submundos sin moral. ¿Oyes? ¿Mundo?. ¿Estás ahí? Mundo, no rompas la ingenuidad de los bien nacidos. Deja intacta la inocencia y la generosidad. Deja que Dios guarde y cuide a sus pajaritos. No traspases la barrera donde viven los ingenuos en paz. ¡Ay de ti! ¡mundo de sombras aterradoras! que hacen llorar a los pajaritos.
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