
Marga y la bandeja de canapés. Marga era joven, honrada, trabajadora y tenía talento. Daba siempre lo mejor de sí misma. Su ocio era escaso pero sano y culto, su trabajo mucho y poco remunerado. Le gustaba aprender y cultivarse….amaba la naturaleza. Un día a Marga la invitaron a un evento. Le insistieron en que acudir le beneficiaría en su trabajo, pues podría mostrar su última colección de cuadros y así conseguir alguna oportunidad. Resignada y sin ganas, pero voluntariosa se vistió rápidamente y puso esmero en no parecer cansada. Al llegar a la plaza, acompañada por la pareja que la había convencido para llegar hasta allí, descubrió una improvisada carpa veraniega, donde habían emplazado un generoso catering de variados canapés, tapas, vinos y demás degustaciones gratuitas. No habían escatimado, pues se trataba de amenizar la presentación de una nueva aplicación informática para una prestigiosa marca de coches. Hasta allí, se había desplazado variada fauna del mundo político, empresarial, y cultural, dispuestos si todo iba bien, a sacar tajada con nuevos vínculos potencialmente provechosos y si no había tanto éxito, al menos no tendrían que preparar cena al llegar a casa, pues se llenarían bien los estómagos, y además, gratis. En medio de aquel desfile rápido y torpe de trajes de corte italiano, el vaivén inseguro de tobillos forzados en tacones de vértigo, corbatas relucientes, mucha laca, gomina, y horas de secador, maquillaje en exceso y sonrisas impostadas y encorsetadas en saludos fingidos, se hallaba Marga, de pie, sola en una esquina, con una vaso de plástico en la mano, pensando que se había colado en un circo. Como ella no era nadie, que ni mucho dinero, ni un puesto en la administración pudieran acreditar como gran atracción, sola aunque atractiva, se resignó a ser una mera espectadora mientras rescataba con la habilidad de un malabarista los asediados canapés, de una bandeja, aquí y otra, allá. De pronto, mientras esperaba conocer al marchante, se le acercó un hombre de unos 40 años, de esos que se han cumplido pero no sufrido. Era alto, fuerte y atractivo. Tenía los ojos azules y mucha sensualidad en las facciones, era elegante y con un toque de inocencia infantil que le hacían parecer inofensivo. Ella que disfrutaba de su soledad mientras observaba se distanció varias veces de él, absorta en sus pensamientos, el la seguía. De repente, él rompió el hielo y ofreciéndole canapés recién cazados a ella, pensó haber conquistado su atención. Ella aceptó su compañía con una sonrisa pero no le dio pie a más. Él, sin más le comentó lo aburrido del evento, el compromiso de tener que estar allí por trabajo. Le contó también, que pasaría en aquella ciudad un par de días solo, sin amigos y sin nada que hacer. Le dijo que estaba casado y que tenía dos niños. Marga, pensó que quizá aquel hombre encontraba, como ella, igual de insoportables aquellas convenciones sociales y prestó más atención a aquello que el tan amable e impecable desconocido, se empeñaba en confesarle. En unos cuantos minutos, el desconocido, se convertiría en Tomás, y tras una hora adoptaría a los ojos de Marga, ya había decidido que sería una buena compañía para sobrellevar aquel pesado evento. Él era un perro faldero tan adorable que hubiera sido un crimen apartar la mirada ………de pronto Tomás, rompiendo con una súplica amatoria aquel divertido lapsus, confesó apasionado, la necesidad irrefrenable que sufría, de vivir una tórrida aventura extramatrimonial, durante tres días con ella, a toda costa, a toda vela. Marga, atónita, se negó rotundamente y mientras contemplaba las pupilas azules de aquel atractivo e irresistible niño grande, que se empeñaban en dar pena por su insatisfacción y por sentirse tan atrapado en la vida familiar y convencional, Marga, sin saber qué más responder, sintió pena por aquel hombre, por su inmadurez, por su insatisfacción, por su desfachatez, por su vacío interior. Marga, se fue lamentando no haber podido convencer al marchante, se fue lamentando ser tan inocente, pero se fue sobre todo orgullosa con su certeza, de que en el inmenso mercado de la libre oferta y demanda de personas, ella no iba a conformarse nunca con las migajas de una bandeja medio vacía de canapés. ÁFRICA BARBAS
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