
Recuerdo a uno de mis jefes discutiendo en plena calle, con los ojos inyectados en bilis, cosa que aparenta reflejarse como un verde plomizo, llegué a ver volar saliva y el odio de uno y la vergüenza del otro reflejados en la cara, a punto de empezar a explotar de ira. Temieron llegar a los puños por el qué dirán, mas hubo una retirada impuesta por el miedo y el temor a armar el espectáculo. Pocos años después, intercambiaron relaciones comerciales de manera cordial. Tuve amigos que tanto ella como él se odiaron un tiempo y terminaron en el altar. Otros conocidos cambiaron de equipo, de ideas políticas, de compañeros, de trabajo y de partidos, con la misma facilidad que se bebían un vaso de agua. En un mundo así queda muy ridículo ser cabezón. Si no te desenfrenas en pasiones, tampoco tendrás que recular ostentosamente. Encuéntrate, analízate, sé diplomático, y equilibrado, aprecia a los demás, pero aléjate de la falsedad, lo frívolo, y la excesiva codicia, todo ello se lee en la mirada. Ten las cosas como si no las tuvieras, que dice el buen cristianismo y nunca, nunca te radicalices; persigue tus ideales con respeto a los de los demás…¡ Me está costando seguir estos consejos de mi tío predilecto, ahora mi confidente favorito… ¡Vale la pena!
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