No me sorprenden los dinosaurios, estamos en medio de ellos, algo tuvieron que ver con la evolución de las especies, y si la gallina es un animal jurásico diminuto, que devora cualquier bichito que se mueve, también identifica al dueño del corral y así, entre buenos y malos sentimientos, he reconocido a los jurásicos desde los carroñeros fariseos, hasta el funcionario escachador de cabezas, al Cascanueces arrepentido que saltó a nuestra Era Moderna por navidad, y los denunciantes ávidos de guerras, los legaleznos que describió el bueno de Rober J. Ringer (escritor norteamericano), los desauciadores de niños, los ladrones nocturnos, los lobos que rompen parejas, los del circo de Nerón, son mucho más jurásicos que los leones actuales, que lucen moderados colmillos en comparación a los felinos de las antiguas eras con el esmalte amarfilado más grande que sus cabezas. La vieja del visillo, el matasanos, la provinciana que mira de arriba a abajo antes de saludar, los que no abren un libro, los déspotas directores de genocidios, los que engañan en el amor y los pegadores de mujeres, son vampiros resucitados de la edad del Mamut, y yo, que de tanto sentir el pecado de los fósiles, me he acostumbrado a todo ello, pues no me excluyo, por cobarde y pusilánime, clasificándome entre las bestias herbívoras que se extinguieron un poco más tarde que el T.Rex. No me sorprende SPILBERG, y no me extraña el velocípedo Captor, estamos vibrando atónitos frente a todo ello, aunque llegan nuevos profetas, para iniciar la nueva etapa de la espiritualidad. ¿Nos apuntamos?
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