Cuando estamos felices, paseando al perro, siempre hay un perseguidor que te dice al grito limpio que recojas la cagada, cuando tú ya llevas la bolsa y aún no la has sacado, él se cuadra y como no tiene nada que hacer, se queda plantado allí hasta que te vas. Cree que es perfecto y que eso le da pie a amargarle la vida a los demás. Basto como el esparto, siempre se pasa de la raya y hay que ponerlo en su sitio. Neurótico, peligroso y obsesivo, posee además una inteligencia espesa, aumentando el abanico de conductas anormales. No pudiendo aguantarlo ni un minuto, puede quitarle a uno las ganas de vivir. Cruel, cuando nadie lo mira, envenena animales, atropella adrede a éstos y lo peor es que a veces se hace el bueno y te detiene, para decirte que tienes una rueda desinflada o que no te funciona una luz.(Cosa que ya tú sabes y estás a punto de rectificar) Si no le pones buena cara comienza la campaña de desprestigio a alto nivel. El perseguidor es el «descubridor de cuernos» el que escandaliza en los bares uniéndose a los que más insultan a un tercero «aumentando» el ataque. Sus bromas son de burro y a lo bestia: te rompe la chaqueta de cuero de un pellizco, te birla el encendedor, te da por detrás un susto de infarto y lo peor es que lo más leve es «tirar la piedra y esconder la mano». Así los hay en todos los ámbitos. Crea y se une a los moving de trabajo, es podrido a la hora de enjuiciar y no conoce las palabras lealtad, sinceridad y nobleza. Como es neurótico si oye que hablas por teléfono y dices algo de alguien, él se siente señalado arremetiendo con un sinfín de improperios. Te asusta diciéndote que hay un complot contra tí, que todos te odian y que te acaban de poner una multa en el parabrisas del coche, para que te agites y descubras por ti mismo, que era un panfleto publicitario. En fin un trueno, una diarrea, una puncha clavada en el cayo del pie, todo se queda pequeño al lado de las molestias que causa un mierdecilla como el perseguidor. ¡Métase en lo suyo hombre! MELVIN ZAMORANO
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