PINO NARANJO.- «A NUESTRA CLASE POLÍTICA»
- radiogaroecadenase
- 27 abr 2016
- 3 Min. de lectura

A NUESTRA CLASE POLÍTICA Si el déficit económico que tenía y tiene España, no se hubiera volcado encima de la clase media con toda su fuerza y saña, hoy seguiría gobernando el PP (hagan examen de conciencia, ya saben…, dolor de los pecados, ya saben… decir las palabras al confesor y sobre todo, cumplir la penitencia). Sí, se pasaron con la clase media, que es la mayoría de los españoles, mayoría amplia que les votó, a esos que luego les dijeron como si fueran niños en el colegio, “a pagar estos impuestos descomunales y aguantar recortes y despidos, ¡sí o sí!” (Todavía me retumba en la cabeza el “sí o sí”). De esta manera, se ha puesto en riesgo la unidad de España, favoreciendo el auge de grupos no convenientes que pudieran o pudiesen acabar en el poder. Los países tercer-mundistas como todos sabemos, tienen dos clases sociales, ricos y pobres. El desarrollo de un país, también como todos sabemos, se mide por su clase media que genera riqueza, genera consumo y empleo, motor de prosperidad, no hay que encadenarla con recortes e impuestos que arranquen de cuajo cualquier posibilidad de progreso, no lo olviden, aunque se diría que hay una cierta amnesia o conviene ahora, las situaciones extremas, con unos cuantos cantando el cantidubi y otros llorando la canción. Hay que crear riqueza generalizada, ¿de qué sirve un país rico, lleno de pobres? Si un señor que antes vivía bien con dos casas, coche, vacaciones, ahora está en la pobreza, que desgraciadamente y aunque suene kafkiano, proliferan por todo el mapa español, ¿creen ustedes que le va a importar la unidad de España? Cuando a un ser humano se le pone al borde del abismo, ¿creen que no se va a volver y empujar a quien le intenta tirar al vacío? Los ciudadanos no tienen por que pagar las malas gestiones de los mandatarios o entidades financieras, éstos deben responder por la quiebra y pagar por su delito aun cuando no fuera intencionado y aunque estén aforados. La ruina de un país debe tener un coste para el que lleva las riendas y decisiones de tal descalabro, ya es hora de acabar con la impunidad de las malas decisiones de los responsables. España nunca puede ni debe ir bien a costa de que a los españoles les vaya mal. Es un contrasentido no digerible, ni aceptable, ni conveniente. Arremetieron contra la mayoría, la mayoría como consecuencia se queja en las urnas. Como persona me indigna ver pobreza o viviendo de la caridad o ver largas colas en los comedores públicos. Es increíble en el llamado “primer mundo”, intolerable, duele verlo igual que el despilfarro incontrolado e irresponsable de fondos públicos. Indigno e intolerable es que los jóvenes a pesar de su preparación, tengan que salir del país a buscar trabajo y aceptar que los traten “de otra manera…” Indigno e intolerable es que los debates políticos se conviertan en circos de frases ocurrentes donde solo se escuchan reproches y el cacareado “tú más”, en vez de poner sobre la mesa soluciones, cuando el país sangra. La monarquía española hace un papel de arbitraje, representa a España en el mundo, y pese a quien pese, tiene muy buena imagen. Con total frialdad prefiero que me represente en el exterior y como Jefe de Estado, una persona que se ha preparado “toda su vida” (desde la infancia) para el cargo, a (con todos mis respetos) un político. Por supuesto hablo de una monarquía del S. XXI, adecuada a nuestro tiempo, austera y con tantas obligaciones como su posición exige. Y ahora, otra vez elecciones, es penoso tener que volver a ir a votar, porque votar hay que hacerlo, aunque sea “al que se considere que menos daño pueda causar”, ¡triste, muy triste! Pero hay que hacerlo. En cuanto a los políticos, (con honrosas excepciones, que las hay) quiten el pegamentos de los sillones, pónganse en una cola de indigentes-antes empresarios y luego rectifiquen lo que haya que rectificar, ¡que se puede!, hagan entonces su discurso con moderación, sin extremismos, no para convencer sino para cumplir lo dicho o lo que prometan hacer, quizás cambiarían muchas cosas que tienen que cambiar ¡sí o sí! Pino Naranjo
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