CRÓNICAS PRETÉRITAS
Por Donacio Cejas Padrón
RESCATE DE TRES VARIEDADES DE UVAS
Adquirió mi abuelo Francisco su casa de El Hoyo en el año 1,924, muy cerquita de La Casa e industria de Los Franceses, dedicada a la elaboración de aguardiente, el cual exportaban en gran cantidad, además de vino que ellos mismos producían procedente de la gran cantidad de uvas que compraban a los vecinos de El Golfo, y que también exportaban a Francia su país de procedencia, al mismo tiempo importaban productos para vender a los vecinos de Frontera, y dentro de ellos, la famosa teja francesa, que se fabricaba en Marsella, y que cubre muchas de las casas del Valle de El Golfo, y que todavía se pueden ver en muchas casas y bodegas.
Parece que fueron ellos los que trajeron algunas variedades de viña, como la llamada forastera, la moscatel, y la conocida como uva de madera, y que fueron plantadas en algunas parcelas, si bien lamentablemente casi se han extinguido.
La casa adquirida por mi abuelo, era de D. Ricardo Díaz, dedicado también a la importación y exportación de productos, por El Embarcadero de Punta Grande, y que fue
el constructor del almacén para guardar las mercancías, cuyo inmueble ahora está dedicado a Hotel.
Por la proximidad a Los Franceses, y por la relación de negocios y de amistad que hubo entre D. Ricardo y Los Franceses, fueron plantadas en la viña de mi abuelo de la Montaña de Joapira, esas variedades de uvas que ellos habían traído de Francia, y yo recuerdo perfectamente el especial cuidado que mi abuelo le dedicada a esas tres variedades de uva, con características diferenciadas a las conocidas aquí, y que se usaban como uvas de mesa las forasteras y las de madera, y la moscatel para pasas. Eran conocidas como uvas de Francisco Padrón.
Pero el paso de los años, y por el poco interés que los herederos de mi abuelo tuvieron con esas parras, poco a poco han ido casi desapareciendo, y yo que sabía perfectamente la zona de la montaña donde estaban plantadas, he tenido la suerte de poder rescatar las tres variedades, después de mucho cuidado y esfuerzo, y ya las tengo en mi parral de Agua Nueva, La Forastera ocupa casi todo el parral, y me produce uvas para el consumo doméstico, y las otras dos empezaran a producir el próximo año DM.
Me siento muy contento de haber logrado este propósito, y ofrezco a quien quiera injertar en sus viñas estas antiguas variedades que nunca debieron abandonarse.
Lo mismo me ha pasado con algunas variedades antiguas de duraznos, casi ya extinguidas y que he tenido la suerte también de poder rescatar, especialmente dos, el durazno negro mollar, y una variedad también mollar, de color muy amarillo, que yo lo conocía en La Hoya Grande en la finca de mi abuelo Donacio Cejas Gutiérrez.
Apuntes para la historia
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