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VAGUÉ Y VAGUÉ….POR LAS CALLEJUELAS por Melvin Zamorano

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Fue el ocaso más triste, el de ese día, cuando perdí a mi amigo, se cortó el cordón umbilical que nos unía, yo no entraba ya en su memoria, y poco a poco me iban fluyendo las peores lágrimas, esas que no resbalan, porque no escapan de los ojos, sino del corazón. Divagué por las callejuelas, y deseando llegar a mi casa como nunca, sentí terror. Las luces no alumbraban, porque el Sol no se terminaba de ocultar…y todos los aparcamientos de mi manzana de casas, estaban abarrotados, yo daba vueltas y más vueltas, la causa era el hacinamiento de hombres, que salían en cola de las puertas de los bares, estáticos, miraban las grandes pantallas donde relucía el verdor del césped de esos campos de fútbol, donde se celebraba el partido entre colosos, esos que tienen el poder de cambiar horarios, economías, vidas y políticas; y yo, dando vueltas y más vueltas por no encontrar un hueco para mi coche… y mi alma vagó y vagó muchas horas, hasta que ¡por fin! fueron dejando vacíos los lugares cerca de mi casa. ¡Por fin! llegué, cené, y cuando comencé mi lectura, volvieron esta vez las lágrimas ¡reales!. Hoy perdí al amigo, mañana tendré que aprender a sustituir su hueco insustituible. Me consuelo al ver mi familia intacta por el momento…Pero sé que habrán miles de momentos en que aparecerá su imagen en mi retina, miles de divagaciones sobre el por qué se fue tan pronto, tan a traición, por qué él, por que no pudimos desviar tales acontecimientos, en fin, en cualquier caso, en su día, entienda a descifrar … desde otros mundos reales pero intangibles.

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