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¡¡¡VUELVE ÁFRICA BARBAS!!! AHORA CON RETRATOS…PUBLICAMOS HOY EL Nº 1

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Retratos 1. Jahnka tenía 35 años y era de mediana estatura. En su cara, los rasgos habían sido dibujados en proporciones iguales en frialdad, belleza y crueldad, como en un intencionado dibujo de la típica bella madrastra maligna, o a una “Cruela” sofisticada. Su morena cabellera rizada, se deslizaba perfecta por su angular rostro, (de piel aceitunada, abundantemente hidratada con los mejores aceites), con un brillo especial en cada fibra capilar y un muy buscado look inocente y juvenil. Las abundantes horas de sueño relajado de las que disfrutaba borraban completamente cualquier ojera, arruga, o síntoma de envejecimiento de su rostro, de tal manera que su look podía parecer del todo sofisticado con apenas un poco de máscara de pestañas y un ligero brillo de labios. Su gentil y suave bronceado, conseguido a base de cinco o seis baños de sol semanales, al arrullo de las olas marinas, le aportaban la guinda al pastel de la manifestación corporal del buen vivir. Sólo ejercitaba dos hobbys, la noche y el jazz, y desdeñaba cualquier actividad que no estuviera dentro de esos parámetros, salvo el ejercicio físico intenso para mantener su perfecta figura, su estrecha cintura, todo era casi perfecto, a no ser por unos pies, que aunque bonitos podían ser un poco grandes para su estatura. Con estas virtudes y atributos, andaba Jahnka por el mundo, queriendo resultar elegante, con pasitos cortos como los de una inocente niña y con movimientos estrechos, correosos, estudiados, de poca espontáneidad y naturalidad. Podría decirse, que Jahnka se mostraba, altanera, como un gato a punto de atacar al mundo como a su presa, estudiándolo todo a su alrededor con una mirada propia más que de mujer, de zorro. Su voz era femenina, suave y hablaba en un tono algo susurrado, porque sabía que eso a los hombres, los vuelve locos. Había realizado ciertos estudios en su país y así había hecho algo de dinero, con tres negocios; el turismo, su cuerpo y bastante falta de pudor. Con ese patrimonio, había adquirido un apartamento de perfectas medidas con una terraza casi dos veces su tamaño, la decoración había consistido en elegantes muebles clásicos y distinguidos de madera de ébano, tan negra como su alma y lisa como su piel. Enemiga de todas las mujeres y codiciosa de todos los hombres, había dado a luz una niña no deseada, fruto de un precoz matrimonio con un hombre bueno, al que (se jactaba a menudo) había hecho llorar más de una vez. Había pensado en el aborto, pero el catolicismo a ultranza de sus padres, le impidieron materializar su deseo, pues sobre la mesa, se puso pronto, después de una corta negociación, que ellos (en especial su madre) se ocuparían del peso más grave de aquella inesperada responsabilidad. Y eso, le había dado la oportunidad de dedicarse a su más grande vocación: dormir de día y vivir de noche. Esto le proporcionó amistades y amoríos a la altura de su ritmo metabólico, y así fue como conoció a Mássimo, cuya descripción encarnaría una infinita lista de bajezas y artimañas propias de un pícaro, delincuente varón italiano, cuyo único oficio era un físico medianamente agradable para cualquier mujer que como Jahnka, tuviera la frente más bien estrecha. Y para comer perdices, los dos enamorados, (si aquello podía llamarse amor) al no disfrutar de ninguna causa trascendente, decidieron montar un negocio para niños, de los que sacar tajada segura, y así fue como Jahnka comenzó la realización de su soñado propio negocio, faltando al pago a los profesionales y recibiendo amenazas violentas en recíproco pago de su desvergüenza, estafando a empleados, y creando todo el caos, contrariedades y desengaños que su poco sentido común le permitía. POR AFRICA BARBAS

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