
“Muñecos de cera”. Hoy me alegró conocer que un americano, dueño de las tiendas “Duty Free”, ha venido realizando donaciones millonarias de manera incógnita durante años para favorecer causas humanitarias en diferentes naciones a lo largo del globo. Ahora de mayor, ha decidido salir a la luz para pedir a otros multimillonarios como él, que siguiendo su ejemplo, compartan un poco de lo mucho que tienen. Y es que, no lo olvidemos, las grandes fortunas son los grandes poderes del mundo. Admirable gesto, de quien ha decidido hacer de su gran poder, el dinero, una fuerza piadosa y generosa con el resto y con la tierra. La felicidad nos la da el dar, sin duda, aunque tanto nos empeñemos en recibir, a veces no tan de manera lícita. Escogemos dar, recibir, odiar o amar, escogemos hacer la paz o la guerra, siempre. Con nuestro libre albedrío, escogemos, al menos todo lo que las circunstancias nos permiten. A mí me gusta escoger, a quién amar, a quién acompañar, a quién ayudar, y hasta con quién comer. Tan importante, todo esto, como saber a quién admirar y a quién seguir. Cuando las malas pasiones nos guían, también permitimos que otros con no mejores principios, influyan en todos los aspectos de nuestra vida. Hitler, murió en su lúgubre búnker bajo tierra, con la compañía del retrato del pobre de Federico “el grande” de Prusia, a quien siempre admiró fanáticamente. Entiendo que el austríaco asesinara masas, como si tal cosa, teniendo como mayor culminación ejemplar, al pobre desgraciado de Federico, un pobre maltratado por su padre, que iba para gran músico y filósofo, y se tuvo que quedar en asesino de batallones y en feroz acumulador de territorios para el gran y vasto imperio que lo esclavizó de por vida y lo sumió en la peor de las melancolías. Yo, quizá por una buscada ingenuidad, no admiro a reyes ni a tiranos, no admiro ni a ricos, ni al los guapos, pero admiro profundamente a los que como sabios alquimistas, convierten la paradoja de la vida en un ejercicio de grandeza, haciéndose grandes en espíritu, ponen su poder, sea cual sea, al servicio de los demás. Al final, la historia lo demuestra, los que son educados en la gula de astucia y la estrategia meramente sucia de Maquiavelo, acaban como él, devorados por sus grandes ambiciones, encerrados, solos, miserables…locos. África Barbas.
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