
Han puesto de moda la sologamía. Para mí que están anticuados, pues yo lo hice cuando todavía existía la «ropa de los domingos», y te compraban unos zapatos para salir en verano y otros en invierno. Yo me casé conmigo, cuando entendí por qué gustaban mis ojos y cuando supe que era fiel a mi mismo, cosa que siempre encolerizó a mis enemigos. Me di el sí, el día en que defendía a los débiles y me enemistaba con los más fuertes en codicia, fanfarria y jerarquía. En suma, cuando me acaricio, me relajo, me cuido y me doy algún capricho. Me doy cuenta de que ha sido para siempre, (lo de estar casado conmigo) cuando amo al ser más inusual o me siento feliz con mi yo interior, porque atendiendo a mis limitaciones morales, he hecho lo que he querido. Por eso cuando reflexiono a diario y al margen de mis «lazos familiares», me doy cuenta de que sigo amarrado a mí mismo, pues que quieren que les diga, llego al culmen de la felicidad, ¡estoy encantado de haberme conocido!
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